Esclavos de la hiperconectividad laboral

Whatsapps, emails, llamadas, SMS, mensajes directos de Linkedin, Facebook o instagram son las puertas a la comunicación con clientes, compañeros o distribuidores. Canales distintas en las que interactuamos con la cadena de valor de nuestro negocio o puesto de trabajo. En ocasiones exigen una contestación inmediata y aparece el stress de la hiperconectividad. Las tablets y los smartphones por su carácter portátil permiten la relación en cualquier lugar y momento. No es necesario estar en un puesto de fijo como hace veinte años.

El Smartphone es la herramienta por antonomasia de la hiperactividad. Un ordenador portátil que posibilita acceder al correo electrónico, whatsapp y redes sociales. Un dispositivo que en la mayoría de las ocasiones del día nos tiene con la cabeza agachada mirándolo para perdernos la vida que nos rodea. Nos esclaviza en el sentido de estar en todo momento pendiente para atender esa petición comercial, incidencia o simplemente la consulta que nos provoca estar en multitarea si estamos con un cliente, compañero o familia.

Hace unos días estaba con un cliente con el que guardo una estrecha relación. El llevaba más de cuatro horas sin teléfono porque lo estaba reparando por la rotura de la pantalla. De camino al trabajo era el único que leía una revista en papel, todos los demás estaban consultando el móvil para distraerse en el trayecto. Tenía una sensación extraña porque le faltaba este apéndice tecnológico que dejamos encendido en la cabecera de la cama para la ultima consulta del día a las redes sociales o por si llama alguien por la noche con algún asunto grave.

En mi caso algunos domingos practico la desconexión digital, le quito los datos móviles al teléfono. Si hay algo grave ya me llamarán. Para evitar estar todo el rato pendiente con lo que afecta a mi productividad y focalizarme en la tarea que lleve en ese momento, me he establecido unas prioridades. La principal es la llamada de teléfono con una melodía agradable cuando suene para cogerlo. Después van los Whatsapp con tres o cuatro veces al día. Por ultimo las redes sociales con dos veces al día, mientras esté realizando otras tareas. Una forma de no ser multitarea con los peligros que conlleva.

Es toda una sobrestimulación que provoca una perdida de atención, dejar de observar nuestro alrededor.

Aparte está el choque generacional. No todas las edades usan de forma igual los canales de comunicación. Si los de mediana edad optamos por la llamada o email, las nuevas generaciones no llaman, usan Whatsapp o Telegram para relacionarse con mensajes de voz, los cuales si son largos hay que reproducirlo al doble o triple de velocidad. Además no todos los cauces de relación exigen una contestación inmediata. Si es prioritario no es adecuado mandar un Whatsapp o un email porque no tendrá la respuesta inminente que deseamos.

Y para no extenderme en mi exposición termino opinando sobre los horarios en los que las partes lo utilizan y más si son de otro continente que exigen una prolongación del tiempo laboral diario

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